La regeneración tisular guiada (RTG) representa una alternativa a los tratamientos tradicionales para la enfermedad periodontal destructiva (de la encía), los cuales suelen ser exitosos al frenar el progreso de la enfermedad, pero no en cuanto a la regeneración.
La RTG se trata de un procedimiento quirúrgico de hueso alveolar de soporte, el tejido tisular, el cemento radicular y el ligamento periodontal perdidos en el proceso patológico, normalmente en casos en que la enfermedad se encuentra muy avanzada.
En el siguiente artículo nos detendremos en este procedimiento para conocer aspectos técnicos y aplicaciones.
Descripción de la técnica
En rigor, la RTG se trata de la instalación, mediante cirugía, de membranas biocompatibles para separar el hueso y el ligamento periodontal del epitelio gingival y del tejido conectivo, de manera de aislar y proteger el defecto óseo.
Para conseguir la regeneración de la totalidad del periodonto perdido (encía, ligamento periodontal, cemento radicular y hueso alveolar), se procede a desarrollar una migración selectiva de células desde el tejido periodontal y el hueso alveolar, las cuales poseen propiedades fundamentales para la regeneración tisular.
La migración de estas células y su posterior adhesión a la zona que se pretende regenerar depende de factores intrínsecos (citoesqueleto intracelular y componentes de la matriz extracelular) y extrínsecos (sustrato al que se adhieren).
Al respecto, cabe mencionar que el factor de crecimiento derivado de plaquetas PDGF-BB es muy relevante en los procesos de cicatrización y proliferación de las células del ligamento periodontal.
Procedimiento
Desarrollado el historial clínico completo, en conjunto con una exposición precisa y test complementarios atingentes, se encuentran las condiciones necesarias para llevar a cabo el procedimiento RTG.
En primer lugar, se procede a desinfectar la zona mediante la aplicación de fluidos antisépticos para aplicar anestesia local. Luego, se diseña la bisección y se desarrolla el levantamiento del colgajo. A continuación, se prepara la zona radicular y se procede al injerto óseo. Posteriormente, se instalan las membranas y se suturan junto con el colgajo. Finalmente, si se han instalado barreras no reabsorbibles, se agenda una sesión para entre 4 y 6 semanas más, a partir del procedimiento, como decíamos antes, para quitarlas.
Características de las membranas en la RTG
Las membranas implicadas en la RTG deben poseer ciertas propiedades específicas para el proceso de restitución. En primer lugar, como decíamos antes, debe tratarse de membranas cuyas células sean biocompatibles, es decir, compatibles con el tejido biológico al que se adherirán. Además, deben ser inocuas, estériles, fáciles de manipular y propiciar una reabsorción lenta.
El éxito del proceso de instalación de dichas membranas dependerá, en general, de dos grandes factores: aquellos vinculados con el paciente (fundamentalmente, respecto de su estado de salud) y aquellos vinculados con el estado del hueso (dimensiones del trauma).
Por otro lado, dichas membranas pueden ser reabsorbibles y no reabsorbibles. En el primer caso, se minimiza el peligro de lesión adicional (desinstalación). Usualmente, son fabricadas a base de polímeros sintéticos, o bien, materiales naturales. En el caso de las membranas no reabsorbibles, deben eliminarse a través de procedimiento quirúrgico entre 4 y 6 semanas después de su instalación.
Indicaciones
Existen varias indicaciones posibles por las que se recomienda una RTG. Entre ellas, la presencia de imperfecciones a nivel de la furca del diente de tipo II (destrucción de los tejidos de soporte), defectos infraóseos , recesiones gingivales, perforaciones del seno del hueso maxilar, pérdida ósea por un absceso periapical, aumento del reborde óseo, entre otros.
Contraindicaciones
Para un procedimiento exitoso de la RTG, la presencia de infección activa en la zona de recepción es una de las principales contraindicaciones. De existir inflamación, no debe desarrollarse el procedimiento.
Otra contraindicación habitual es la mala higiene oral, así como el hábito de fumar, aunque, en rigor, el paciente tabaquista debe postergar su hábito una semana antes y una semana después de realizar el procedimiento.
La ausencia de biocompatibilidad es otra contraindicación decisiva para un correcto procedimiento de RTG, pues determinará la intolerancia de las membranas por parte de los tejidos periodontales.
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